Si en este momento tuviera que darte un consejo
(muy malo, por cierto) te diría: no vuelvas nunca, quédate allí.
Sigue soñando, sigue bailando al son de una vida creada a tu antojo.
Sigue disfrutando de un sol que parece nunca apagarse,
sigue transitando caminos que te lleven hacia ti;
que te eleven, que te hundan, que te abracen,
que te arranquen el aliento y que te hagan sentir.
Sigue disfrutando de la idea
de que cuando regreses será mejor que allí,
pero no vuelvas. No vuelvas y experimentes
el dolor que produce descubrir que no es así.
Que el mundo se ha dado la vuelta a su antojo,
que las piezas ya no encajan, que no sabes a dónde ir.
Si entra, si sale, si sube, si baja…
la realidad atenaza aunque te intentes escurrir.
Que enfrentarse al cambio siempre duele
porque implica tener que dejar atrás:
una historia, un amigo, algo que se muere…
quizá seas tu mismo al que tienes que enterrar.
Permíteme que hoy así lo vea,
déjame que me rinda ante el dolor;
ante la muerte que acecha y todo se lleva, img-@ava-sol via Unsplash
ante la vida que regala y quita sin compasión.
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