–¡Suelta! –me espeto con cariño inquisidor.
Voy a soltar. Me voy a dedicar a mí. Estaré ahí si me reclamas pero ya de otra manera.
Tengo que recogerme en mí misma.
Soltar implica soltar… Respetar los tiempos y los espacios, los procesos, las decisiones… Soltar implica confiar en que las cosas se darán si es que tienen que darse. Soltar implica tener certeza de que tanto lo que acontece como lo que no, está bien. Implica abandonar la visión subjetiva para mirar los acontecimientos del día a día desde otra perspectiva. Soltar implica mantener una posición de escucha.
¿Cómo puedes escuchar entonces si te empeñas en no cerrar la boca? ¿Cómo puedes escuchar si intentas hacer prevalecer tu voluntad? Así luego vienen enfados, decepciones, desencantos… en los que tu mismo, con esa actitud, te has colocado.
Pero qué difícil es soltar. Qué difícil es dejar las riendas al viento y dejarte fluir a donde la vida te lleve.
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